miércoles, 13 de septiembre de 2023
Pergunta sobre auto-observação
Pregunta sobre autoobservación
sábado, 5 de agosto de 2023
ESCALA DE JACOB
Juan 1:51 Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: De aquí en adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre.
João 1. 51 E disse-lhe: Na verdade, na verdade vos digo que daqui em diante vereis o céu aberto, e os anjos de Deus subindo e descendo sobre o Filho do homem.
"De los diablos salen los Dioses" Maestro Rabolú
Muchas veces, nos sentimos sobrepasados por nuestros defectos y caemos en pensamientos de que nada valemos o que no hacemos mucho por nuestra liberación, nos sabemos y sentimos que somos defectos tras defectos, errores y más errores, pensamientos , emociones que nos pueden llevar a perder toda esperanza.
Más el Maestro Rabolú nos dice: "De los diablos salen los Dioses", obviamente a través de los tiempos hemos acumulado una segunda naturaleza en nosotros, una segunda naturaleza pecadora, que consume y condiciona nuestra conciencia, pero Nuestro Real Ser, tiene un origen mucho más elevado , pues proviene del mismo ABSOLUTO, desde donde surgen , Hombres, Bestias y Dioses.
Desde nuestro Real Ser, proviene lo único digno que tenemos, nuestra Esencia y que es el material anímico para formar nuestra ALMA, la cual es un cúmulo de poderes, atributos y virtudes, esa esencia esta atrapada en el ego y condicionada por el mi mismo, el si mismo. adormecida , aunque no en su totalidad, afortunadamente en nosotros existe un 3% aun libre, la cual nos sirve para comenzar a realizar la Gran Obra en nosotros, es nuestra conexión con las partes Superiores de Nuestro Real Ser, ese 3% es nuestro David, que enfrenta a Goliat (el ego), por lo que jamás debemos olvidar nuestros orígenes, de ahí proviene nuestra Fuerza, Poder y Voluntad, Adelante Compañeros hacia la Conquista del SER.
-.Salmo 82. Así dice Dios: "Vosotros sois dioses e hijos del Altísimo."
-.“Dioses sois y lo habéis olvidado“, exclamaba Platón
-.Juan 10:34, Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije: Sois dioses?
Muitas vezes, nos sentimos sobrecarregados por nossas falhas e caímos em pensamentos de que somos inúteis ou que não estamos fazendo muito por nossa libertação, sabemos e sentimos que somos falha após falha, erros e mais erros, pensamentos e emoções que podem nos levar a perder toda a esperança.
Mas o Mestre Rabolu nos diz: "Dos demônios vêm os Deuses", obviamente ao longo dos tempos acumulamos uma segunda natureza em nós, uma segunda natureza pecaminosa, que consome e condiciona nossa consciência, mas Nosso Real Ser, tem uma origem muito mais elevada, pois vem do mesmo ABSOLUTO, de onde surgem Homens, Bestas e Deuses.
De nosso Real Ser, vem a única coisa digna que temos, nossa Essência, que é o material da alma para formar nossa ALMA, que é um acúmulo de poderes, atributos e virtudes, essa essência está presa no ego e condicionada pelo eu, o self. Ela está adormecida, embora não em sua totalidade, felizmente em nós há um 3% ainda livre, que nos serve para começar a realizar a Grande Obra em nós, é a nossa conexão com as partes Superiores do nosso Real Ser, esse 3% é o nosso Davi, que enfrenta Golias (o ego), por isso nunca devemos nos esquecer das nossas origens, de lá vem a nossa Força, Poder e Vontade, Companheiros de Avanço para a Conquista do SER.
-Salmo 82: Assim diz Deus: "Vós sois deuses e filhos do Altíssimo".
-Vocês são deuses e se esqueceram disso", exclamou Platão.
-João 10:34: Jesus lhes respondeu: Não está escrito na vossa lei que eu disse: Vós sois deuses?
miércoles, 17 de mayo de 2023
AYUDA PARA EL DESDOBLAMIENTO ASTRAL (Concentración)
AYUDA PARA EL DESDOBLAMIENTO ASTRAL (Concentración)
domingo, 12 de marzo de 2023
Fragmentos (Conferência Nemesis Apocalíptica) Samael Aun Weor
Nos anos 70, uma das mais completas investigações sobre as profundas fendas no oceano e sua relação com vulcões e terremotos foi tornada pública.
Fragmento (conferencia Némesis Apocalíptica) Samael Aun Weor
En los años 70, se dio a conocer una de las más completas investigaciones de las profundas grietas del Océano y su relación con los Volcanes y Terremotos .
Un fragmento de una conferencia del Maestro Samael Aun Weor , nos muestra un esclarecedor relato de lo que hoy se conoce como el Cinturón de Fuego del Pacifico.
Agradecimiento al hermano de 1° canon por su ayuda.
Científicos de la Universidad de Columbia, informaron hace tiempo sobre las grietas que hay en los océanos, resultantes de las diversas actividades telúricas de los últimos años. tiene por lo menos 90 mil kilómetros de largo, con una anchura media de 40 y una profundidad promedio de 2 ½.
La grieta va desde el Atlántico hasta el Indico, y desde el Antártico hasta el Ártico, bordea el continente Americano, así como el Asiático, quedando en el centro el descomunal anillo de falla submarina, todo el océano Pacifico , resulta palmario y manifiesto mis hermanos Gnósticos, las tremendas grietas submarinas mas arriba citadas , no solo se fundamentan en el casquete polar Antártico del polo Sur.
Resulta demasiado curioso , que precisamente allí, se han encontrado aguas calientes rodeadas con los hielos polares a muchísimos grados bajo cero, el agrietamiento parte de la Antártida , y viaja hasta muy cerca del Cabo de Hornos, algo que ya esta debidamente comprobado , resulta interesante la bifurcación de dos ramales, uno que se dirige hacia el Este y otro que se pierde en Occidente, se nos ha informado oportunamente que el agrietamiento del Océano Pacifico, es una trayectoria sinuosa , casi bordeando el continente Americano de manera que va pasando por Chile, Perú, Ecuador, Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Oaxaca y Guerrero en México. Golfo de California, EE.UU., Vancouver Canadá y Alaska.
Se nos ha dicho que en Alaska tal agrietamiento se quiebra totalmente para seguir , a lo largo de las famosas islas Aleutianas y que un ramal atraviesa toda Alaska , los terremotos en Fairbanks , que está en el centro de la península, han sido muy especiales como el ocurrido en Marzo de 1964, se nos ha explicado claramente y esto es algo que agradecemos, el ramal ya comprobado de las islas Aleutianas , va hasta tokio, Japón; tocando las islas Sapporo, Hokkaido, Kawa, Urukawa, Kabaiwa y otras.
Se nos ha enseñado con toda claridad meridiana, que desde Japón parten dos ramales secundarios, hacia Hawái, el principal viaja hacia Filipinas, Nueva Zelandia , donde regresa a su punto de partida Original, la Misteriosa Antártida, quedando así mis hermanos Gnósticos un circulo terrible, que relato de características Apocalípticas.
Bueno es que ustedes anoten cuidadosamente todos estos detalles, es necesario que ustedes comprendan , que hagan conciencia de lo que esto significa, hablemos ahora un poco más, hablemos de las grietas , dentro del Atlántico, ruego a todos poner el máximo de atención, podemos estar absolutamente seguros que el agrietamiento del Atlántico, tiene sus fundamentos en el Mar de Noruega , que en su recorrido pasa frente a España , Portugal , parte de África, es algo que en modo alguno debe sorprendernos , estamos muy seguros que tal agrietamiento, viene a concluir por Nueva Guinea portuguesa .
Ramal de Oriente, la grieta extraordinaria que se dirige hacia el Oeste del Mundo, nace como ya está dicho, en la Misteriosa Antártida, y pasa frente al Cabo de Buena Esperanza, Madagascar y Mar de Arabia, para concluir en el Mar Indico.
Cualquier estudio analítico, juicioso, hecho sobre ese sistema de grietas, viene a demostrarnos, en forma palmaria y evidente, que EL PELIGRO MÁXIMO se encuentra en el Pacifico. No cabe la menor duda de que LA GRIETA DEL PACÍFICO, originará muy pronto espantosos cataclismos mundiales.
No hay duda de que los lugares más castigados por los terremotos y maremotos se hayan ubicados, precisamente, en el océano Pacifico, y se corresponden en paralelo los de América con los de Asia. Por ejemplo: Aleutianas, forman, por sí mismas, una línea aproximadamente en el paralelo 50 Norte; Japón, casi el mismo paralelo que San Francisco, California...
Curioso es, mis caros hermanos, que ahora se estén desarrollando los terremotos en serie en la Península Californiana, perjudicando muy especialmente a Los Ángeles y otros pueblos de los alrededores. Formosa, Hawai y el Golfo de California están sobre el Trópico de Cáncer; Filipinas y Guatemala están sobre el paralelo 15 Sur; Nueva Zelanda y República de Chile están sobre el paralelo 40 Sur.
Que haya relación entre grieta y grieta, es algo que en modo alguno debe causarnos sorpresa. No sería extraño que la enorme grieta que en estos instantes pone en peligro a toda la Península de California, se encuentre íntimamente asociada a todo el sistema de grietas del Pacifico.
El mar es cuna y sepulcro de tierras, islas, penínsulas, continentes, etc., etc., etc. Por muy fuertes y estables que parezcan todos los diferentes aspectos geológicos de este mundo, pueden ser transformados, totalmente, mediante el sistema de grietas submarinas.
No necesitamos hacer suposiciones; es urgente, mis caros hermanos, saber que en esos 9 ó 10 mil kilómetros de agrietamientos submarinos, en algunos lugares, la rotura ha llegado ya hasta el punto de poner en contacto directo el fuego del interior de la Tierra con el agua del mar.
El ELEMENTO ÍGNEO del interior del mundo se encuentra en estos momentos en DESASOSIEGO. Presiones y vapores aumentan de instante en instante; inusitada actividad volcánica se va intensificando en todo el planeta Tierra, puesto que presiones y vapores buscan el punto de menor resistencia. Es lógico, mis caros hermanos, que todas las presiones y vapores en el interior del mundo en que vivimos, busquen, como es lógico, el punto más débil.
¡Tiembla la Tierra! Los terremotos se irán haciendo cada vez más y más intensos. Se hinchan las capas más resistentes, hasta que un día exploten. Todas las ciudades y pueblos del mundo caerán como castillos de naipes hechos ceniza, y un SONIDO muy EXTRAÑO saldrá de entre los fondos marinos. Y escrito está con palabras de fuego en el Libro de la Ley que “serán tantos los muertos como las arenas del mar y no habrá remedio”...
El mundo ha entrado en una GRAN CRISIS, mis caros hermanos, compréndanlo. La Tierra toda se irá cubriendo de vapor, poco a poco. El planeta Tierra va entrando en plena ACTIVIDAD VOLCÁNICA por todas partes. Los cráteres arrojarán vapores deletéreos, cenizas, fuego; el cielo se obscurecerá, impidiendo el paso de la luz solar...
El FRÍO se convertirá en espantoso congelante. Los hielos polares, arrastrados por las terribles marejadas, navegarán hasta la Zona Ecuatorial, enfriando la atmósfera...
Descompensaciones en el aire, CICLONES mortales que acabarán con pueblos enteros, lluvias torrenciales, tempestades, etc., etc., etc. Es obvio que en estas circunstancias será imposible vivir. La Raza Aria, es decir, nuestra raza, llegará a su final apocalíptico.
La EDAD DE HIERRO en la cual estamos coincide sabiamente con el CICLO ELECTRO-QUÍMICO. Tal ciclo se inició con la cultura Greco-Romana y concluirá en el año 2500. Los cataclismos del final del Kali Yuga ya se iniciaron, la Edad Negra terminará en el horroroso Precipicio...
Samael Aun Weor , Fragmento (conferencia Némesis Apocalíptica)
sábado, 18 de febrero de 2023
O amor São Valentim – Samael Aun Weor
O amor São Valentim – Samael Aun Weor
Distintos cavalheiros e damas, esta noite dirijo-me a todos vocês com o propósito de falar, em forma enfática, sobre isso que se chama “amor”. Escolhemos tal tema por tratar-se do dia de São Valentim, o patrono do amor. Sem dúvida, Valentim foi um grande Mestre da Gnose; fundou uma escola denominada “Valentinianos”. Estes foram pessoas que se dedicaram aos estudos do esoterismo crístico, em todos os seus aspectos. Por isso que hoje nos dirigimos a vocês, em forma precisa, para falar-lhes sobre o milagre do amor.
Em nome da verdade digo-lhes que o amor começa com um lampejo de simpatia, substancializa-se com a força do carinho e sintetiza-se em adoração. Amar, quão grande é amar! Somente as grandes almas podem e sabem amar! Para que haja amor, necessita-se que haja afinidade de pensamentos, afinidade de sentimentos, e preocupações e pensamentos idênticos.
O beijo vem a ser a consagração mística de duas almas ávidas de expressar o que internamente vivem. O ato sexual vem a ser a consubstanciação do amor, no realismo psicofisiológico da nossa natureza.
Um matrimônio perfeito é a união de dois seres: um que ama mais e outro que ama melhor. O amor é a melhor religião a nós acessível.
Hermes Trismegisto, o três vezes grande Deus Ibis de Thot, disse: “Te dou amor, no qual está contido todo o summum da sabedoria”.
Quão nobre é o ser amado, quão nobre é a mulher, quando em verdade estão unidos pelo vínculo do amor! Um casal de enamorados se torna místico, caritativo, serviçal. Se todos os seres humanos vivessem enamorados, reinaria sobre a face da Terra a felicidade, a paz, a harmonia, a perfeição.
Certamente, um lenço, uma fotografia, um retrato, provocam no enamorado estados de êxtasis inefável. Em tais momentos sente-se comungar com sua amada, mesmo que se encontre muito distante... Assim é o que se chama “amor”!
Nos Estados Unidos e também na Europa existe uma Ordem denominada a “Ordem do Cisne”. Os afiliados desta Ordem estudam e analisam, de forma profunda, todos os processos científicos relacionados com o amor. Quando o casal está apaixonado, produzem-se dentro do organismo transformações maravilhosas. O amor é uma efusão ou uma emanação energética que brota desde o mais fundo da Consciência. Essas radiações do amor estimulam as glândulas endócrinas de todo o organismo, e elas produzem milhões de hormônios que invadem os canais sanguíneos, enchendo-os de extraordinária vitalidade.
“Hormônio” vem de uma palavra grega que significa “ânsia de ser”, “força de ser”. Quão pequeno é um hormônio, entretanto quão grandes poderes têm para revitalizar o organismo humano! Em realidade de verdade, causa assombro ao ver um ancião decrépito quando se apaixona; então suas glândulas endócrinas produzem hormônios suficientes para revitalizá-lo e rejuvenescê-lo totalmente.
Amar, quão grande é amar! Somente as grandes almas podem e sabem amar! O amor, em si mesmo, é uma força cósmica, uma força universal que palpita em cada átomo, como palpita em cada Sol.
As estrelas também sabem amar. Observemos as noites deliciosas de plenilúnio: elas se aproximam entre si, e às vezes fundem-se ou integram-se totalmente... “Uma colisão de mundos!”, exclamam os astrônomos. Mas, em realidade de verdade, o que sucedeu é que os dois mundos se integraram pelos laços do amor.
Os planetas de nosso sistema solar giram em torno do Sol, atraídos incessantemente por essa força maravilhosa do amor. Observamos o cintilar dos mundos no firmamento estrelado: comunga, tal cintilar luminoso, as ondas de luz, as radiações, com o suspiro da flor... Há amor entre a estrela e a rosa, que lança ao ar esse perfume delicioso. O amor em si mesmo é profundamente divino, terrivelmente divino.
Nos tempos antigos, sempre se rendia culto ao amor, à mulher. Não há dúvida de que a mulher é o pensamento mais belo do Criador, feito carne, sangue e vida.
Realmente, a mulher nasceu para uma sagrada missão, que é a de trazer os filhos a este mundo, a de multiplicar a espécie. A maternidade em si mesma é grandiosa. No México antigo, houve sempre uma divindade consagrada, precisamente, àquelas mulheres que morriam durante o parto; dizia-se que “elas continuavam, na região dos mortos, com suas crias em seus braços”. Afirmava-se, de forma enfática, que “depois de certo tempo ingressavam ao Tlalocan, o Paraíso de Tláloc”. Realmente, sempre no México Asteca rendia-se culto à mulher, ao amor, à maternidade. Por isso as mulheres que morriam de parto eram consideradas entre o povo de Anáhuac como umas verdadeiras mártires que entregavam sua vida em nome de uma grande causa.
Amar é algo inefável, divino. Amar é um fenômeno cósmico extraordinário. No lar do amor só reina a dita. Quando um casal está unido na cópula sexual, com laços de verdadeiro amor, as forças mais divinas da natureza lhe rodeiam (essas forças criaram o cosmos, essas forças vieram novamente para voltar a criar). Nesses momentos, o homem e a mulher são verdadeiros Deuses, no sentido mais completo da palavra; podem criar como Deuses. Eis aí o grandioso do amor! São extraordinárias as forças que rodeiam o casal durante o ato sexual, na câmara nupcial. O ser humano poderia reter essas forças extraordinárias se não as malgastasse no holocausto do prazer animal que a nada conduz, se em verdade respeitasse a força maravilhosa do amor.
O homem é a força expansiva de toda criação. A mulher é a foça receptiva e formal de qualquer criação.
O homem é como o furacão. A mulher é como o ninho delicioso das pombas nos templos ou nas torres sagradas.
O homem, em si mesmo, tem a capacidade para lutar. A mulher, em si mesma, tem a capacidade para se sacrificar.
O homem tem, em si mesmo, a inteligência que se necessita para viver. A mulher tem a ternura que o homem precisa quando regressa diariamente de seu trabalho.
Desse modo, então, homem e mulher são as duas colunas do templo. Essas duas colunas não devem estar demasiado distantes nem demasiado próximas. Deve haver um espaço para que a luz passe por entre elas.
O ato sexual é um sacramento, assim o compreenderam os povos antigos. Houve templos dedicados ao amor. Recordemos do Templo de Vênus, na Roma augusta dos césares. Recordemos dos templos sagrados da Índia, onde se rendia culto a isso que se chama “amor”.
Na Lemúria, outrora situada no Continente Mu, no Oceano Pacífico, também se rendia culto ao amor (houve, em realidade de verdade, no Continente Mu, dois processos sexuais ou duas formas de reprodução). Em meados da Lemúria, a raça humana era conduzida pelos Kumarats para certos templos onde se instruía sobre o sacramento sagrado do sexo. Então, ninguém se atrevia a realizar a cópula sagrada fora do templo. Só em determinadas épocas, repito, a raça humana era conduzida pelos Kumarats para os templos sagrados; realizavam-se longas viagens, em determinadas fases da Lua, tudo com o propósito de reproduzir a espécie. Ainda hoje, como lembrança de aquilo, como uma reminiscência, restaram as “viagens de lua de mel” (ali tem sua origem e isso é antiguíssimo). Nos pátios empedrados dos templos sagrados, no Continente Lemur, sob a direção dos sábios Kumarats, homens e mulheres se uniam para criar e voltar novamente a criar; então o ato sexual era sagradíssimo; não existia a morbosidade como em nossos dias, pois as pessoas não haviam entrado no processo involutivo, descendente, da degeneração sexual.
Dizem velhos pergaminhos ou papiros sagrados, os quais ainda existem em alguns lugares da Terra, que “na Lemúria as pessoas reproduziam-se com o poder de Kriya Shakti, isto é, com o poder da Vontade e da Yoga”. Aqueles que conheceram alguma vez a Ciência dos Tantras saberão ao que estou me referindo. No momento supremo da cópula metafísica – assinalam os velhos textos da sabedoria antiga – homem e mulher se retiravam de tal cópula química sem ejacular o ens seminis, isto é, a entidade do sêmen, pois se considerava que o sexo, que o esperma, era sagrado. Ninguém se atrevia a profanar o sexo. Isso é o que hoje em dia os doutores poderiam chamar “coitus interruptos”. Parece exagerado, porém me limito unicamente a comentar o que dizem as tradições antigas, o que está escrito em alguns papiros e em muitos livros que atualmente existem no Tibete Oriental.
Ao chegar a esta parte, devemos lembrar-nos de Sigmund Freud. Em sua Psicanálise, ele diz que “é possível transmutar a libido sexual e sublimá-la”. O professor Sigmund Freud, vienense, filho da Áustria, foi em realidade uma verdadeira eminência; produziu uma verdadeira inovação dentro do terreno da Medicina. Muitíssimos doutores o comentaram, muitas escolas o aceitaram, outras o rechaçaram, porém em todo caso foi muito discutido.
Conta-se que em Berlim, Alemanha, antes da Segunda Guerra Mundial, o Fürher Hitler mandou queimar muitos livros e entre eles as obras de Sigmund Freud... Limito-me, pois, aos fatos, a comentar o que tanto se comentara em alguns textos. Em todo caso, os lêmures trabalhavam, digamos, com o sistema de Freud: sublimavam a libido sexual e, sem dúvida, obtiveram grandes poderes cósmicos.
Todos, na vida, pressentimos alguma vez a existência do Super-Homem, tal como o cita Frederico Nietzsche em seu livro intitulado “Assim falava Zaratustra”. Pensamos, nós os gnósticos, que o Super-Homem realmente existiu (não me refiro a um indivíduo em particular; me refiro àqueles habitantes da Lemúria). Foi-nos dito que ali não existia a dor no parto, que as mulheres davam à luz a seus filhos sem dor. Isto não diz somente o Gênesis, mas muitos livros religiosos antigos. Nos limitamos, repito, a comentar esta questão, respeitando, como é natural, o conceito de vocês. Em realidade de verdade, damos o ensinamento e deixamos plena liberdade ao auditório para que, com sua mente, aceite, rechace, ou interprete esta doutrina como bem queira.
Nestes precisos instantes, trago à memória os lêmures, e o que eles afirmavam em relação ao sexo. Viviam de dez a quinze séculos, eram homens altos, tinham quatro metros de altura; as mulheres, um pouco menores de corpo, porém também gigantes como eles. Falavam um idioma que se perdeu. Quero referir-me, em forma enfática, ao Idioma Universal, ou seja, um idioma superior. Obviamente, tal idioma tinha sua gramática cósmica. Conheço esse idioma, conservado pelas tradições em alguns lugares secretos, em sítios reservados. Se naqueles tempos se tinha que dizer “bom dia”, não o diziam como hoje em dia no idioma espanhol ou no idioma inglês: “Good morning” ou “Bom jour” etc., mas se dizia, suavemente, “Haimu”, e o outro respondia, pondo suas mãos no coração: “Haimu” (é um idioma que tem sua gramática em forma de caracteres gráficos).
Vocês devem ter observado, por exemplo, que os chineses têm seus caracteres, e é bastante difícil de aprender esses caracteres. Os gregos também têm seus caracteres e o Sânscrito os seus. Pois bem, no Idioma Universal os caracteres são rúnicos e os conservavam até há pouco tempo os vikings do Norte. Em todo caso, quem saber esses caracteres, quem os entender, sem dúvida possuirá grande erudição e estará capacitado para entender certos textos que fazem alusão à Lemúria.
Há pouco me presentearam, ou me enviaram do Tibete, um texto sânscrito, tibetano; tenho-o em meu poder. Inquestionavelmente, não vi ninguém que o entenda (está escrito com caracteres sânscritos). Aconteceu que naquelas épocas da Lemúria, segundo dizem esses velhos livros, escritos com caracteres antigos, que “a humanidade não pensava como nós, os de agora”; que “viviam de dez a catorze séculos e falava numa linguagem que, como disse, se perdeu”. Através do tempo foram se corrompendo as distintas palavras dessa linguagem, e de tal corrupção nasceram todos os idiomas que hoje por hoje existem sobre a face da Terra. No entanto, posso dizer a vocês que aquela linguagem se assemelha muito em seus sons ao Chinês; parece que a fonética da Linguagem Universal e a do Chinês são similares; estudei ambas fonéticas e me parecem praticamente iguais. Os chineses, devem ter visto vocês, conversam com um certo canto que não é o da linguagem seca que nós usamos, senão que tem seus silabares. Assim é a Linguagem Universal. No entanto, há uma diferença muito notável entre o Chinês e a Linguagem Universal: a linguagem Lemur ou Universal atua diretamente sobre o fogo, o ar, as águas e a terra.
Velhíssimas tradições, antiguíssimas, dizem que “os lêmures tinham poder sobre os elementos da natureza”. Isto é o que poderíamos denominar “o Super-homem” de Frederich Nietzsche, em sua obra “Assim Falava Zaratustra”... Digo-lhes que esses poderes deviam-se, especialmente, ao fato de que os lêmures não eliminavam ou não extraíam de seus organismos o esperma sagrado, ou seja, o Exiohehari; unicamente o transmutavam, tal como menciona Brown Squard ou um Krumm Heller, com os quais podemos corroborar esta afirmação científica. Obviamente, quando o ens seminis não é ejaculado, se transforma em energia, e esta vem a revitalizar o organismo. Entendo que tal tipo de energia é muito fina, e que as ondas energéticas do sexo põem em atividade os poderes que se acham latentes nas glândulas pineal, pituitária, tireoides e paratireoides. Não trato com isto de assentar dogmas nem nada do estilo; unicamente refiro-me a dados que temos estudado e que hoje comentamos com vocês, posto que estamos em uma sala cultural, intelectual. Entendo que aqui há pessoas muito cultas que podem perfeitamente aceitar ou rechaçar estas afirmações; unicamente me limito a comentar.
Viver dez a quinze séculos seria inconcebível para nós hoje em dia. Entretanto, a Bíblia afirma que Matusalém viveu novecentos anos, e isto nos deixa pensando um pouco... Em todo caso, entendo que o sistema lemúrico deu bons resultados, pois essas pessoas tinham longa vida e ademais possuíam faculdades extraordinárias.
Os lêmures não viam o mundo físico como nós o vemos; para eles o ar era de distintas cores, as montanhas transparentes, e aqueles Deuses dos quais falavam tanto, obviamente, eram perceptíveis para seus sentidos de percepção interna, ou seja, gozavam da extrapercepção científica.
Já se falou muito em nossos dias sobre extrapercepção. Sem dúvida, as pessoas de psique tridimensional não aceitariam jamais as extrapercepções. Mas recordemos que nos tempos de Galileu nunca se aceitava que a Terra era redonda nem que se movia. Quando Galileu o afirmou, iam queimá-lo vivo, seguiu-se julgamento na Inquisição, e pondo-o diante da Bíblia, disseram-lhe: “Se você não jura e se retrata do que disse, será queimado vivo na fogueira”. Logo veio a pergunta: “Você jura que a Terra não é redonda e que não se move?”. E então Galileu respondeu: “Juro, pur se muove, se muove!”, ou seja, “porém se move, se move!”. Por haver dito isso, por haver feito o juramento desta forma, não o queimaram vivo; houve um pouquinho de compaixão para ele; limitaram-se a colocá-lo no cárcere, e isso foi tudo.
Assim que, em realidade de verdade, o universo nos oferece coisas insólitas, coisas que a princípio a gente rechaça porque parecem absurdas, porém que mais tarde tem que aceitá-las.
Brown Squard demonstrou que muitas enfermidades nervosas e do cérebro poderiam desaparecer se evitasse, durante a cópula química, precisamente, isso que se chama “orgasmo” em fisiologia, ou “espasmo”. Naturalmente, Brown Squard foi muito criticado, consideraram-lhe “imoral”, porém não há dúvida de que se aproximou de um grande segredo, o segredo lemúrico. Os lêmures, devido precisamente a sua formação religiosa e a sua cópula química especial, gozaram de faculdades que os seres humanos desta época desconhecem. Os lêmures podiam ver praticamente as dimensões superiores da natureza e do cosmos. Hoje em dia os seres humanos não vêm a Terra tal qual é, senão como aparentemente é.
Nosso planeta é multidimensional; isto está demonstrado matematicamente, porém, em realidade de verdade, a maioria das pessoas não aceitam, e é que cada qual é livre de pensar como quiser. Desafortunadamente, os intelectuais desta época estão engarrafados no dogma tridimensional de Euclides. Esse dogma foi sempre muito discutido, mesmo que já esteja saindo de moda.
Homens muito sábios escreveram coisas extraordinárias sobre matemática que se relacionam com a quarta coordenada. Esses homens são respeitados, ninguém se atreve a criticá-los, porém ainda existem pessoas que se mostram cépticas. No entanto, aquela obra “Ontologia das Matemáticas” bem valeria a pena que os intelectuais a conhecessem a fundo, profundamente.
Os lêmures, pois, quando levantavam seus olhos às estrelas podiam comunicar-se com os habitantes de outros mundos. Para eles, era uma realidade a vida em outros planetas do sistema solar. “A pluralidade dos mundos habitados”, preconizada por um Camilo Flammarión, era um fato para a Raça Lemúrica... Na Lemúria, antes da cópula química, em pleno templo, homem e mulher passavam por brilhantes cerimônias místicas. Rendia-se culto ao divinal, ao Grande Alaya do Universo, a isso que os chineses chamaram Tao, a isso que os gnósticos denominaram INRI, a isso que é o que é, o que foi e o que será. Obviamente, eles compreendiam que não pode existir nada na criação sem um princípio diretriz, inteligente, e por isso eles, antes da cópula química, adoravam o eterno.
Com o tempo, a Raça Lemúrica foi degenerando, pouco a pouco. Existiam cidades enormes, cidades ciclópicas. As muralhas daquelas cidades foram levantadas com lava de vulcões etc. Em tais cidades houve uma civilização extraordinária, houve naves propulsionadas por energia atómica, naves que chegaram à Lua, naves que chegaram a todos e a cada um dos planetas do sistema solar. Nossa civilização moderna, com os famosos foguetes que “gregos” e “troianos” fazem pousar sobre a Lua, não é na verdade a primeira das civilizações, nem será a última. Na verdade, necessita-se compreender que no mundo existiram diversas civilizações e que a nossa não é a única.
Os lêmures tiveram uma grande civilização, repito. Não temiam a morte, pois sabiam muito bem, de forma direta, o dia e a hora de sua morte, e quando chegava esse dia, deitavam-se em seu sepulcro, sepulcro que eles mesmo faziam com suas próprias mãos e muito sorridentes passavam à eternidade. Os valores psíquicos não desapareciam da vista dos parentes, e obviamente não havia dor. Assim afirmaram velhos textos antigos, e eu me permito a discorrer com vocês sobre todas essas coisas, porque vejo que vocês vieram aqui de forma compreensiva. É claro que não todos os que me escutam estão de acordo com tudo o que estou afirmando. Seria absurdo que eu supusesse, sequer por um momento, que todas as pessoas que estão neste auditório aceitam estas afirmações, porém em realidade de verdade sabem escutar, compreendem muito bem que tudo é possível no universo. O mundo das possibilidades é sempre infinito, e se alguém comenta sobre textos antigos, vale a pena escutá-lo, isso é óbvio.
Digo que os lêmures involucionaram depois no tempo. Então suas faculdades de percepção foram se atrofiando lamentavelmente. Contam muitas tradições que depois de algum tempo os lêmures começaram a copular fora dos templos e que se rebelaram contra a direção dos Kumarats; que tomaram o ato sexual por sua própria conta e que ejacularam o ens seminis. Assim dizem alguns tratadistas. Como consequência ou corolário, perderam suas faculdades transcendentais, e quando a Raça Lemúrica (em todos os rincões daquele gigantesco continente que outrora existira no Oceano Pacífico) adentrava nos tempos, os Sacerdotes ou Hierofantes expulsavam os devotos dizendo-lhes: “fora, indignos!”. Foi então quando em realidade de verdade o homem saiu do Paraíso Terreno com sua mulher, por haver “comido” dessa “fruta proibida”, essa que lhe estava vedada em outros tempos. Em verdade digo o seguinte: Adão era todos os homens da época antiga; Eva era todas as mulheres. E quando se “comeu” da “fruta proibida”, homens e mulheres foram expulsos dos Templos de Mistérios, suas faculdades atrofiaram-se, e o homem teve que trabalhar duramente para sustentar sua mulher e seus filhos, e a mulher teve que conceber seus filhos com dor. Isto que estou dizendo tem muita, ampla documentação, entre os Náhuacs, entre os Maias, e entre muitos povos da Ásia. Sempre se falou sobre o mesmo.
Vi códices onde aparecem essas figuras, onde o que falo aparece representado em figuras. Investiguei cuidadosamente tais códices. Assim, o que estou falando tem documentação (repito). Não peço a ninguém que acredite; porém, sim, valeria a pena que os estudiosos investigassem um pouco mais entre os Maias, Toltecas, Zapotecas, etc., por que o ser humano involuiu, e é certo que está mencionado nos livros antigos.
Desse modo, há no amor um segredo, e este me parece que foi muito bem estudado por Sigmund Freud (a sublimação, digo, da energia criadora, olhar o sexo com profundo respeito). Obviamente, o homem e a mulher são como duas partes de um mesmo ser; o homem saiu do Éden acompanhado de sua esposa, e deve regressar ao Éden com sua mesma esposa. Em outras palavras diríamos: o homem saiu do Éden pelas portas do sexo, e somente por essa porta pode retornar ao Éden; o Éden é o próprio sexo.
Que ingentes poderes se despertariam caso a humanidade aceitasse o sistema da “Comunidade Oneida”, ou o de Brown Squard, ou o de Krumm Heller, sistemas fundamentais nas velhas tradições da Lemúria! Isto é algo que os médicos, os homens de ciência poderiam investigar. Eu me limito, simplesmente, a pensar que da transmutação e sublimação da energia criadora vem uma transformação psicológica-fisiológica-biológica radical. O super-homem de Nietzsche poderia lograr-se mediante a transmutação da libido sexual. Porém o principal é saber amar; sem amor não é possível realizar todos esses prodígios.
Observem que sempre ao lado dos grandes homens aparecem grandes mulheres. Em frente a Buddha Gautama está Yodisha, sua bela esposa e discípula; junto ao Divino Rabi de Galileia aparece Maria Madalena. Obviamente, não seria possível para os grandes homens realizar gigantescos labores como aqueles que permitiram modificar o curso da história se não estivessem acompanhados por alguma mulher.
O homem e a mulher, em realidade de verdade (repito), são dois aspectos de um mesmo ser, isso é claro. O amor, em si mesmo, vem do ignoto de nosso Ser. Quero dizer, em forma enfática, que dentro de nós mesmo, além das profundidades mais íntimas, possuímos nosso Ser. O Ser reveste características transcendentais de eternidade, é o divinal em nós. O amor, digo, é a força que emana desse protótipo divino, existente no fundo de nossa Consciência. É um tipo de energia capaz de realizar verdadeiros prodígios.
Valentim e Valentinianos tiveram sua escola; foi uma Escola Gnóstica onde se estudaram os Mistérios do Sexo, onde se analisaram cuidadosamente. Valentim e os Valentinianos conheceram, em realidade de verdade, o segredo lemúrico: sublimaram a energia criadora e lograram o desenvolvimento de certas possibilidades psíquicas que se acham latentes na raça humana. Diz-se que Valentim foi um grande iluminado, um grande Mestre no sentido mais completo da palavra.
O amor, em si mesmo, é algo divino. Olhemos o cisne; o cisne Kala Hamsa é o símbolo do amor. Ele voa sobre as águas do Lago da Vida. Um par de cisnes, em algum lago, quão belo é! Quando um cisne do casal morre, o outro sucumbe de tristeza, e é que o amor alimenta-se com amor. Porém há que saber amar; desgraçadamente, o ser humano não sabe amar.
Muitas vezes, o homem trata muito mal a mulher em sua primeira noite de núpcias; não quer compreender que a virgindade é sagrada e que há que saber respeitá-la. Pode-se dizer que viola a sua própria mulher, não quer entender que há que saber tratar a mulher com sabedoria, que há que saber levá-la pelo caminho do amor.
Na vida cotidiana, muitas vezes, homem e mulher brigam, e brigam por questões insignificantes: o homem diz uma coisa, a mulher outra. Às vezes sucede que uma mera palavra é suficiente para que um casal brigue, pois não quer controlar a si mesmo, não quer compreender que o ginásio psicológico da vida no lar é a melhor oportunidade para autodescobrimos; é no lar que viremos a descobrir nossos defeitos de tipo psicológico. Se nos ferem, por que nos fere? Será que temos ciúmes, será que nos feriram o amor próprio, será que nos feriram o orgulho, a vaidade ou o quê? Quando a gente descobre que tem um defeito psicológico, tem também a oportunidade de desintegrá-lo, de reduzi-lo a poeira cósmica. Eliminando nossos erros, nossos defeitos, um dia desses tantos podemos conseguir o despertar da Consciência.
Desgraçadamente, as pessoas não querem eliminar seus defeitos; dizem: “Eu sou iracundo, esse é meu modo de ser”. Outro diz: “Bom, eu sou ciumento, sou assim”. Aquele de lá exclama: “Eu sou luxurioso, me agradam as mulheres; assim sou, assim nasci!”. Com esse modo de pensar, com esse modo de sentir, não é possível atingir uma transformação verdadeira.
Muitos se queixam de suas mulheres: que são irascíveis, que são ciumentas. Desejam conseguir outra mulher que seja um paraíso, que seja um anjo descido das estrelas, etc. Não querem entender que o lar é um ginásio psicológico extraordinário, e que é ali onde podemos autodescobrir todos nossos erros, e que, se logramos, conseguiremos o despertar da Consciência.
Há que saber amar. Na casa deve reinar sempre a compreensão entre homem e mulher. O homem não deve esperar que a mulher seja perfeita, tampouco a mulher deve esperar que o homem seja um “príncipe azul”; há que aceitar as coisas como são, e ter o lar como uma escola onde podemos autodescobrir-nos. À medida que vamos eliminando tantos e tantos defeitos psicológicos que temos, a felicidade do lar irá aumentando, e se um dia nos aconteceu sofrer muito, esse lar depois se converterá em um paraíso.
O ciúme, por exemplo, é algo que estraga o lar. O ciumento “faz de uma pulga um cavalo”. Se a mulher olha para alguém, já está sofrendo, já lhe parece que tem relações com outro homem, etc. (erros de sua mente, mas que ele os toma como realidade). A mulher ciumenta é o mesmo: faz sofrer o homem; este não pode olhar mulher alguma, porque já está sofrendo e fazendo terríveis escândalos dentro de casa. Por esse caminho do ciúme, sofre-se demasiado.
Se a gente, em verdade, investigar cuidadosamente a origem do ciúme, descobriria que ele se deve precisamente ao temor. Teme-se perder o que mais ama: a mulher teme perder o homem, o homem teme perder a mulher, a mulher crê que o homem está com outra, o homem teme que a mulher está com outro, e, claro, vêm os sofrimentos e as dores. Mas se eliminarmos o temor, os ciúmes desaparecem. Como poderíamos eliminar o temor de perder o ser amado? Unicamente mediante a reflexão, mediante a meditação. Pensemos que, na verdade, não viemos a este mundo acompanhados do ser humano, que somente nos recebeu o médico, parteiro ou parteira, que tampouco trazemos ao mundo dinheiro nem bens materiais, e que, é claro, na hora da morte tampouco nós vamos ir acompanhados; a mulher ou o homem haverá de ficar aqui, enquanto o outro parte para a eternidade. Assim, a morte nos separa desde o ponto de vista físico; por isso dizem os sacerdotes: “Os declaro marido e mulher, até que a morte os separe”.
Em realidade de verdade, cedo ou tarde chega a morte. Assim, se nós, ao morrermos, não levamos para a eternidade nem um alfinete, nem uma moeda, nada do que temos, do mesmo modo não poderíamos levar o ser amado com corpo e tudo. Então por que tememos? Devemos aceitar as coisas como são. Não devemos ter apegos materiais nem pessoais, porque o momento do desapego costuma ser terrível. Sofre-se porque se apega a algo, seja a uma pessoa, seja a alguma coisa; sempre se sofre e por isso não devemos ter apegos de nenhuma espécie, nem temer porque tenhamos que perder algo.
O mais grave que poderia suceder a um homem é que o levassem ao paredão de fuzilamento, mas quê? Para morrer, nascemos, então quê? Cedo ou tarde temos que morrer, e aqueles que querem muito a seu dinheiro, que estão apegados a sua fortuna, cedo ou tarde haverão de perdê-la. Por que então haveria de temer, se isso é o mais natural? Assim também, por que haveríamos de temer a perda do ser amado? Quando tudo na vida tem um princípio e um fim, o temor desaparece (até o temor de perder o ser amado) e quando tal temor desaparece, os ciúmes desaparecem para sempre, já não existem; não podem, não devem existir, posto que não há temor.
Outro fator de discórdia entre os casais, nos lares, é a ira. O homem diz uma frase iracunda, a mulher responde “com duas pedras na mão” e no fim terminam em uma batalha de pratos e copos quebrados, etc. Essa é a crua realidade dos fatos! Se eliminasse o demônio da ira, reinaria a paz nos lares, não havia dor. Porém digo a mim e digo a vocês: por que tem que haver ira dentro de nossos lares, por que somos assim? Não é possível que mudemos? Sim, é possível! Eu me propus mudar e mudei; eu fui iracundo, também conheci o processo da ira, porém me propus eliminá-la e a eliminei (claro, tive de passar por certos sacrifícios). A fim de eliminar a ira, visitava aqueles lugares onde alguém poderia me insultar, ia com o propósito de que me insultassem. Sabia de um sujeito XX que não gostava dos ensinamentos, e o visitava intencionalmente para que me insultasse; aquele homem me insultava durante meia ou uma hora; isto durava, e entretanto eu observava minhas reações internas e externas, os impulsos que vêm de dentro e os impulsos que vêm de fora; observava as causas que motivam a ira. Pude evidenciar que em algumas circunstâncias, a ira produzia-se porque me haviam ferido o orgulho; pude comprovar que, em algumas ocasiões, a ira produzia-se porque havia em mim o amor próprio; queria muito a mim mesmo, pensava que eu era uma grande pessoa, sem compreender que era tão somente um vil verme do lodo da terra; julgava-me grande e se alguém tocava a ferida que há por dentro, então reagia furiosamente, “trovejava” e “relampejava”, “rasgava minhas vestes” e protestava. Eu me propus estudar todos esses fatores da ira, e através de muitos superesforços e sacrifícios, consegui eliminá-la. Assim, pois, isto de que “sou assim” não tem nenhum valor. Se “a gente é assim”, pode mudar, e, se a gente muda, beneficia-se a si mesmo e beneficia aos demais, a seus semelhantes. Há que aprender a mudar, a eliminar nossos erros; isto é possível reflexionando um pouco.
Quão felizes seriam os casais se soubessem amar de verdade! Se o homem nunca tivesse ira, se a mulher jamais tivesse ira, entendo que a “lua de mel” pode ser conservada. Desgraçadamente, os seres humanos, aqueles que se casam, estão empenhados em acabar com o mais belo que há na “lua de mel”. Se quiser conservar a “lua de mel”, há que eliminar a ira, há que eliminar os ciúmes, há que eliminar o egoísmo; devemos tornar-nos compreensivos, aprender a dispensar o ser amado de todos os seus erros. Ninguém nasce perfeito. O homem deve saber que a mulher tem seus defeitos, a mulher deve compreender que o homem tem os seus. Mutuamente devem dispensar-se seus defeitos de tipo psicológico; se assim procedem, conservariam a “lua de mel”.
Entre os antigos povos de Anahuac, Xochipilli foi o Deus do Canto, do Amor e da Beleza. Xochipilli nos ensina a conservar as delícias indiscutíveis da “lua de mel”. É uma lástima que as pessoas não compreendam a Doutrina de Xochipilli.
É possível conservar a “lua de mel” quando se aprende a dispensar os erros do ser amado. Mas se não se sabe dispensar os erros, a “lua de mel” se perde.
Quando um casal se casa, deveria entender melhor a psicologia. Em geral, um da casa começa por ferir o outro; o outro reage e forma-se um conflito. Ao fim o conflito passa, os dois reconciliam-se, tudo continua aparentemente igual, em paz. Mas não acontece isso: o ressentimento fica. Outro dia há outro conflito, marido e mulher discutem por qualquer besteira (talvez por ciúmes ou, enfim, por qualquer coisa). Resultado: passa o conflito, e o ressentimento vai aumentando, a “lua de mel” vai acabando e por último não há tal “lua de mel”, acabou-se. O que há é ressentimento de ambos os lados e, se não se divorciam, se continuam unidos, já não fazem por um dever, mas simplesmente por paixão animal e isso é tudo.
Muitos matrimônios já não têm nada a ver com o amor. O amor de hoje em dia fede a gasolina, a celulose, a contas de Banco e a ressentimento.
O mais grave, o erro mais grave que homem e mulher podem cometer é acabar com a “lua de mel”. Esta poderia conservar-se, à condição de sabê-la conservar. Insultou-te a mulher, te disse palavras duras? Mantém-te sereno, impassível; não reaja por nada na vida; morde a língua antes de contestar; ao fim ela, ao ver-te tão sereno, sem nenhum tipo de reação, se sentirá terrivelmente envergonhada e te pedirá desculpas. Mulher, te insultou o marido? O que te disse? Está enciumado do namorado que tinha antes? O que passa? Está hoje o homem com mau humor? Regressou da rua completamente neurastênico? Mantém-te serena, ofereça-lhe comida, roupa; ajuda-o a banhar-se, beija-o, ame-o e quando mais te insulte, mais o ame. Que aconteceria por fim? Podem estar seguras, mulheres, que o homem se sentirá tremendamente arrependido; sentirá que o remorso estraga o coração, e até se ajoelhará para pedir-te perdão; verá em ti uma santa, uma mártir; considerará a si mesmo um tirano, um malvado. Haverá ganhado a batalha! Se ambos, homem e mulher, procedem assim, se atuam de acordo com esta fórmula, posso garantir-lhes que não se perde a “lua de mel”. O homem vai aprendendo a dominar-se ao compreender que sua mulher é uma santa, e a mulher pouco a pouco vai aprendendo a controlar-se à medida que vai se dando conta que seu marido é tremendamente nobre. Chega o momento em que nenhum dos dois quer ferir-se; idolatram-se, continuam a “lua de mel” durante toda a vida (esta é a arte de amar e ser amado). Chora tua mulher? Beija suas lágrimas, acaricia-a. Ela não aceita tuas carícias? Bom, aguarda um pouco, até que passe a ira. A ira tem um princípio e tem sua conclusão. Aguarda um momento e verás o resultado. O importante é que tu não te irrites; se conseguir isso, se te controlas, ao fim ela virá “mansinha” te pedir perdão, e quão grande é a dita da reconciliação!
Hoje, dia de São Valentim e dos Valentinianos, devemos tocar a fundo todas essas questões do amor. Em realidade de verdade, há que aprender a viver. Ser intelectual é coisa fácil; basta meter-se em uma biblioteca e o cérebro está pronto; porém saber viver quão difícil é! Muito poucos são os que em verdade sabem viver.
Há que se começar pelo lar, há que se começar por ser bom dono de casa. O homem que não sabe ser bom dono de casa, que não sabe viver em sua casa com sua mulher e com seus filhos, tampouco sabe viver com a sociedade. Desgraçadamente, muitos querem ser cidadãos perfeitos e são considerados como tais ante o veredito solene da consciência pública, mas em sua casa não sabem viver. Observei algumas organizações; conheço um senhor que malgasta muito seu dinheiro, o desperdiça. Assim, sempre está devendo o aluguel e isso é muito grave. Quando chega a ter, malgasta o dinheiro, sua mulher passa muita fome, muita necessidade, seus filhos sofrem o indizível. Certa vez, puseram-lhe “no olho da rua”, por falta de pagamento, é claro. Foi nomeado, em certa ocasião, diretor de uma escola filosófica; em pouco tempo sucedeu que nessa escola não havia quem pagasse o aluguel; deviam-se vários meses de aluguel do edifício. Telefone? Ninguém pagava o telefone. Conclusão: ia tal organização pelo caminho do fracasso. Por quê? Porque aquele bom senhor não sabia viver em sua casa, muito menos podia dirigir uma organização.
Quem quiser ser, em realidade de verdade, um bom chefe de alguma organização, seja esta uma empresa, uma escola, deve começar por aprender a ser bom dono de casa. Há muitos que dizem: “Bom, a mim o que interessa é a ciência, a arte, a filosofia, etc. isso de casa e de aluguel não tem para mim a menor importância” e trata a sua pobre mulher “a patadas”. Conclusão: tornam-se um fracasso nas diversas organizações aonde trabalham, sejam mestres de escola, etc. Quem não sabe ser bom dono de casa, tampouco pode ser cidadão útil à sociedade e a seus semelhantes. Há que aprender a viver, a saber viver com verdadeira inteligência e grande compreensão.
Uns se afanam para casar-se e isso é muito grave, sobretudo as pobres mulheres. As conheci, já chegando à maturidade, em véspera de perder a florescente juventude, quando “o trem já está para deixá-las”. Quanto sofrem vendo a quem caçam! De nenhuma maneira estão dispostas a “ficar para titias”! Elas dizem: “entre ficar para titia ou resolver-me a despir bêbados, será preferível o segundo”, e até certo ponto têm razão as pobrezinhas. Porém se afanam demasiado, e ao fim tratam de conquistar por aí o que consigam; como podem, fazem a luta para lográ-lo. E logram casar-se algumas vezes, porém o fracasso é inevitável, porque há um velho ditado que diz: “Casamento e mortalha no céu se talha”.
Há uma lei que muitos aceitarão e outros não. Eu, sim, aceito-a, e os que queiram aceitá-la, que a aceitem; é a lei do Destino. Penso que para cada mulher há um homem; penso que para cada homem há uma mulher. Então será melhor que elas aguardem o homem que lhes está reservado; se não arranja um homem, pois nem pensar; conformem-se, resignem-se e resolvam-se a “ficar para titia”. Mas se “é as sua vez”, pois maravilha; não tenderão que se resolver a “despir bêbados”.
Em realidade de verdade, seria preferível para uma mulher ficar solteira do que fracassar. Quando se quer forçar o passo, quando quer se casar “à força” “na marra” como diz popularmente, o resultado é o fracasso; essa é a crua realidade de nossos dias. Há algumas mulheres que intentam agarrar o homem por seu lado sexual; dizem: “Bom, me entrego a este homem e talvez assim consiga que ele se case comigo”. O homem lhe traz o firmamento, as estrelas, os palácios de ouro das “Mil e Uma Noites”, põe-se a seus pés, e ela se entrega... O que sucede? Fica grávida! E ao homem o quê? Jamais volta a saber de tal homem. Vejam vocês em quantos erros caem algumas mulheres, que querem precipitar o casamento “à força”. Isso é falta de fé no destino, em Deus, ou como vocês queiram denominá-lo. Mais vale que as mulheres saibam aguardar um pouco.
Alguns homens também cometem o erro de querer precipitar seu casamento e o resultado costuma ser bastante grave. Casar-se com uma mulher que não lhe corresponde de acordo com a Lei do Destino implica fracasso. Há um dito vulgar que diz: “O casamento não é precisamente o corno da abundância, mas sim a abundância de cornos”. Os homens que em verdade não sabem aguardar um pouco, que querem precipitar o casamento à força, terminam depois com seu bom par de “cornos” e isso é triste...
Há um conto que diz o seguinte: “Um homem foi-se aos profundos infernos, porque havia sido muito mau, e encontrou o Diabo. Aproxima-se do Diabo e lhe diz:
— Bom senhor, quem é você?
Ele lhe responde:
— Atrevido, grosseiro, não se fala assim comigo! Você não vê que eu sou o Diabo?
— Bom, releve, senhor Diabo; você é casado?
Resposta:
— Atrevido! Quem te disse que o Diabo se casa?
— Bom, é que estou vendo os cornos na sua cabeça”...
A isso se expõe, em verdade, o homem que quer forçar o casamento. Há jovens de catorze, quinze ou dezesseis anos que já querem se casar. Resultado: fracasso; porque, claro, não têm experiência de vida, e cedo ou tarde, pois, a mulher se cansa de tanto aguentar fome e “até logo, meu amigo”; não resta mais remédio.
Há que ser, pois, mesurados. Considero o matrimônio como algo muito sério, muito grave. Em realidade de verdade, há três grandes acontecimentos na vida: primeiro o nascimento; segundo, o matrimônio, e terceiro, a morte. São os três acontecimentos mais importantes da existência. Assim, pois, pensem vocês no que significa o matrimônio.
Não devemos casar-nos com uma mulher que não nos pertença em espírito. Nossa afinidade deve ser espiritual no fundo. O que faria o homem casando-se com uma mulher calculista, interesseira, ciumenta? Pois fracassaria lamentavelmente. O que faria a mulher casando-se com um homem namorador, com um homem de má conduta, com um homem que em sua casa sempre foi mau filho, mau irmão e que na vida demostrou sempre ser mau amigo? O que é mau filho, o que é mau irmão, o que é mau amigo, não pode de modo algum ser bom esposo, isso é óbvio!
Observadas todas essas coisas desde diversos ângulos, compreenderemos o delicado que é, precisamente, o matrimônio e o amor. O interessante é entendê-lo, e atuar de acordo com nossa compreensão criadora.
Há mulheres que não querem aprender a fazer os ofícios domésticos, porém querem se casar; não sabem cozinhar os alimentos, porém querem se casar; não sabem lavar uma roupa, mas querem se casar, e o dia que o fazem, encontra-se o pobre homem com a mulher que não sabe realizar os afazeres; pede uma empregada (claro está que sim), porém se ela não sabe como efetuar os afazeres, como pode dirigir a outros? O dono de uma fábrica tem que conhecer a fábrica para poder dirigi-la sabiamente. O professor de escola tem que conhecer todas as matérias que se ensinam na escola. Assim, também, é claro que uma mulher deve conhecer os afazeres da casa, se é que em realidade de verdade pretende comandar os empregados. Se quer comandar os empregados e não conhece os afazeres, como faria para comandar? Como faria um general que não sabe de milícia, para mandar as tropas ao campo de batalha? Como poderia traçar uma estratégia, se nunca esteve no exército, se somente é um “general fantasma” e nada mais? Deve-se saber fazer seu ofício; tanto homens como mulheres deveriam conhecer seu ofício, e conhecê-lo bem, isso é claro. Mas há mulheres que também querem que o marido faça todos os afazeres; ele tem que banhar a criança, tem que trocá-lo de roupa, limpá-lo e até dar mamadeira; isso querem, isso têm que fazer; a mim me parece que isso não está correto. O homem tem seus deveres, suas obrigações, e a mulher as suas. O homem tem que sair à rua para lutar, para conseguir dinheiro, tem que sair para trabalhar, e a mulher tem que velar pelo seu lar, os afazeres, criar seus filhos, etc.
Por esses tempos, está acontecendo algo terrível. Quero referir-me à amamentação dos bebês. Muitas mães já não querem dar o peito a seus filhos, e o resultado é que a raça está se tornando débil. Pensem vocês no que isso significa. O leite materno está relacionado com a glândula Timo, que rege o crescimento das crianças. É uma glândula muito importante que vem a deixar de atuar na maioridade. Assim, como as glândulas mamárias estão relacionadas com a glândula Timo, é óbvio que também, por Lei de Relações, o leite materno está intimamente preparado para o bebê que vem ao nascimento.
Desafortunadamente, já não querem as mães dar o peito a seus filhos. Esse leite materno, tão vital para o crescimento das crianças, quando negado ao bebê, produz efeitos desastrosos: cresce débil, enfermo e falto de inteligência. Nos tempos antigos, as mães davam o peito a seus filhos com toda naturalidade. Era normal que nos tempos antigos esses homens levantassem uma espada pesadíssima para sustentá-la durante horas inteiras no campo de batalha. Há espadas romanas que, hoje em dia, não levantaria um homem sozinho; necessitam-se dois, ou três, ou quatro homens para levantá-la, e entretanto um sozinho a manejava no campos de batalha. A raça debilitou-se por todos esses costumes, e o pior de todos é esse: negar o leite materno a um bebê. Em nome da verdade digo que isso me parece terrível, monstruoso. Os homens antigos eram muito fortes porque suas mães não lhes negavam o peito.
Assim que, em realidade de verdade, nossa raça marcha agora por um caminho involutivo, descendente; multiplicam-se as enfermidades em grande maneira, e isso é espantoso. Não se possui, desde a infância, uma verdadeira fortaleza. Agora somente lhes dá mamadeira e isso é tudo (e isso, regulado a cada três horas, mesmo que a criança chore amargamente; não lhe vale o choro, tem que aguentar três horas; assim se estaria corrigindo a natureza).
Cavalheiros, damas, pensemos em tudo isso. É bom que tratemos de regenerar-nos; é bom que aprendamos a amar; é bom que compreendamos a necessidade de saber viver no lar.
Não há nada mais belo que o matrimônio; não há nada mais belo que o amor. Desgraçadamente, somos nós os que estamos danando o encanto do lar. Na Rússia, os jovens já não querem casar-se. Para quê? (Dizem eles, e têm razão). Para lhes submeter a tantos regulamentos, a tanta mecanicidade? Para lhes tomar seus filhos e os levar longe do lar? Para submetê-los a distintos experimentos científicos? Nessas condições têm razão os jovens russos em não querer se casar; estão desiludidos e com justa razão (o governo russo se encontra ante esse grave problema).
Digo que, em verdade, é necessário saber respeitar o lar, saber criar os filhos, saber educá-los. Amigos, é necessário saber aproveitar essa energia criadora do sexo, essa energia que flui desde o núcleo de cada átomo, desde o núcleo de nosso sistema solar e desde o núcleo de cada galáxia do espaço estrelado.
O amor, em si mesmo, sempre foi respeitado. Nunca, jamais, a humanidade havia caído em um estado de degeneração sexual como nestes tempos. Há países onde já oitenta a noventa e cinco por cento dos habitantes são homossexuais e lésbicas (não quero citar tais países, porque de modo algum devemos ferir a nenhuma organização, país ou pessoa; porém, sim, está degenerada a humanidade por esses tempos). Sem dúvida, o homossexualismo e o lesbianismo devem-se precisamente ao abuso sexual. As pessoas regeneradas de meados da Lemúria, nas épocas em que a humanidade não havia saído do estado paradisíaco, não ejaculavam, como já disse, o ens seminis, e quando se uniam para criar, o faziam em uma forma mística e transcendental.
Nós, as pessoas dessa época, temos involuído demasiado. Agora o sexo converteu-se em jogo, em esporte. Em Paris, nos foi dito que há pessoas fornicando, copulando em plenos parques (as autoridades de Paris nada dizem sobre isso). Assim, por todas as partes abunda a degeneração hoje em dia. Devemos tratar de buscar o caminho da regeneração, devemos amar intensamente a mulher, devemos ver nela um poema milagroso das “Mil e uma noites”, devemos libar o vinho da sabedoria, se é que queremos viver retamente.
Até aqui minha palestra desta noite. Está dito!
Samael Aun Weor