La Sabiduría del Fuego (fragmento)
Samael Aun Weor.
Se hace urgente e inaplazable la auto-observación. Nadie podría auto-realizarse, si no aprendiera a auto-observarse. Obviamente necesitamos, no solamente aniquilar los “elementos inhumanos” que en nuestro interior cargamos, sino que también, además, necesitamos crear dentro de nosotros mismos algo nuevo. Se trabaja con los Siete radicales Igneos, con el propósito de desintegrar los “elementos psíquicos indeseables” que en nuestro interior cargamos, y de crear lo que todavía no hemos creado dentro de nosotros mismos. El Fuego puede desintegrar y también tiene derecho a crear y volver nuevamente a crear.
Cuando uno se auto-observa a sí mismo juiciosamente, descubre que se encuentra dormido; que su Conciencia, que es en realidad de verdad el segundo aspecto más importante, después del Ser, está enfrascada en múltiples “elementos psíquicos indeseables”, se encuentra hipnotizada.
Evidenciar eso, es darse cuenta de que se está dormido. ¿Cómo podría uno darse cuenta, de eso de que está dormido, si no se auto-observa profundamente? Es necesaria la auto-observación; sólo así puede uno darse cuenta de que está dormido. Cuando uno puede verificar por sí mismo el hecho concreto de que está dormido, intenta entonces juiciosamente despertar. La Conciencia el Chitta sí, debe despertar antes de poder gozar de “Ananda”, la suprema felicidad del Ser.
Pero esto exige vigilancia extrema. Obviamente, si uno se olvida de sí mismo frente a una copa de vino, termina borracho; si uno se olvida de sí mismo frente a una persona del sexo opuesto, termina fornicando o adulterando, cometiendo crímenes contra el Espíritu Santo. Si uno se olvida de sí mismo frente a un insultador, termina insultando. Cuando uno se olvida de sí mismo, comete muy graves errores.
Es indubitable que siempre vivimos identificándonos con cosas y hechos inútiles; nos identificamos con tonterías: tal vez porque se nos perdió un botón, o tal vez porque perdimos el reloj; posiblemente cuando nos echaron una insultada, cuando nos dijeron una palabra dura, o bebimos vino cuando no debimos tomar, o fumamos cuando no deberíamos fumar. Nos angustiamos por cualquier tontería: porque posiblemente olvidamos pegarle la estampilla al sobre que pusimos en el correo y eso nos trae gran preocupación, o no recibimos el dinero que necesitábamos recibir para pagar la renta y vino el dueño de la casa y nos hizo un reclamo un poco fuerte, o porque comimos y posiblemente se nos indigestó la comida.
En fin, son tantos y tan nimios los detalles que nos mantienen en sueño constante, que andamos siempre olvidados de sí mismos, identificados con múltiples tonterías: con lo que dijo la vecina, con lo que dijo el hermanito gnóstico, con lo que dijo la hermanita, con lo que sutano afirmó, con lo que perencejo dijo que menganejo había dicho. Vivimos identificados con todas esas nimiedades, no edificantes ni tampoco dignificantes, y no contentos con eso, nos llenamos de emociones negativas y la Conciencia se sumerge en el sueño más espantoso. Así es como todas las gentes están en “estado de coma”.
Si nos dejamos succionar la energía psíquica, ¿a qué nos pareceríamos? Yo digo que tal vez a un “colador”, de esos que sirven para filtrar los “licuados”. Por ahí se escapa la energía y el pobre “colador” queda vacío. El medio ambiente succiona nuestras propias energías y no las acumulamos, y aunque trabajemos –en esas condiciones en la “fragua encendida de Vulcano”, es obvio que no logramos, en esa forma y de ese modo, crear el segundo Cuerpo ni mucho menos el tercero o el cuarto.
Para poder crear el segundo Cuerpo, se necesita aprender a sellarnos herméticamente, mágicamente. ¿Qué se entiende por el “Sello Hermético”? No permitir que nos succionen la energía, no olvidarnos de sí mismos jamás, nunca, en ningún segundo, en ningún minuto.
Al no identificarnos con las nimiedades, con las tonterías de este mundo, es obvio que no pueden extraernos nuestra energía vital y esta se acumula en el interior, y como resultado surge el segundo cuerpo: el Astral.
Hay necesidad de crear el Sello Hermético, hay que crear un poder mágico, como elemento que nos permita no dejarnos extraer el Mercurio. Es posible crear tal poder mágico, si en realidad de verdad, hermanos, no nos identificamos con todas esas nimiedades que nos succionan la energía. Es mucho lo que podríamos decir sobre la íntima recordación de sí mismos. No resulta difícil entender que en las condiciones en que estamos, cualquiera juega con nosotros, hacemos lo que los demás quieren que hagamos y eso es grave.
¿Vamos o no a tener una individualidad propia, o vamos a seguir así como estamos? ¿No les parece a ustedes lamentable que otros jueguen con nosotros? De pronto están ustedes tranquilos en su estudio, y alguien los llama por teléfono, los insultan y ustedes se disgustan. Eso no estaba en el programa, pero ustedes se disgustan. ¿Por qué? ¿Porque otro los llama por teléfono y dice lo que le viene en gana? Entonces, ¿dónde está la capacidad de defensa? ¡Están indefensos completamente!
Cada vez que uno se identifica con las tonterías de la humanidad, la Conciencia queda dormida, queda uno convertido en un autómata. Uno debe, todas las mañanas, sellarse herméticamente: no hago sino lo que tengo que hacer, no lo que los demás quieren que haga; no me voy a identificar con nada en la vida, porque cuando uno se identifica con algo, resulta siendo un autómata. Si se identifica uno con su propia mente, con sus propios pensamientos morbosos, termina adulterando, fornicando; si se identifica uno desgraciadamente con sus emociones negativas, termina perdiendo energía creadora por toneladas; si se identifica uno con las palabras, como las palabras groseras de un insultador, termina insultando también.
Debemos sellarnos, repito, cada mañana, y el sello debe ser total: no identificarse con nada, no olvidarse de su Ser nunca jamás, nunca jamás, nunca jamás, porque el Ser es lo que cuenta, es lo fundamental. Así, cambiando nuestra conducta, sellados herméticamente, podemos trabajar en la “forja de los Cíclopes” y al no perder Energía Creadora, obviamente, se desenvolverán en forma ordenada, uno tras otro, los Siete Radicales.
Necesitamos de los Siete Radicales, necesitamos del poder flamígero, si es que queremos desintegrar lo que debe desintegrarse y crear lo que debe crearse. Hay mucho en nosotros que debe ser aniquilado, mucho lo que debemos crear dentro de sí mismos: aniquilar el Ego, que desgraciadamente se procesa en los siete niveles del Ser, lo cual es tan difícil de hacer; muy raro, espantosamente raro es conseguir a alguien que haya logrado la aniquilación budista y crear el segundo cuerpo. Para crearlo no se debe perder el Mercurio, y se pierde cuando uno se identifica con algo, cuando se olvida de sí mismo; pero si uno no se olvida de sí mismo, se acumula el Mercurio y se convierte en el segundo cuerpo. Y si siempre está uno sellado herméticamente, más tarde surge el tercer cuerpo, posteriormente el cuarto, y al tener ya los cuatro cuerpos: Físico, Astral, Mental y Causal, recibe sus Principios Anímicos y Espirituales.
Vean ustedes cómo nimios detalles, cómo la pérdida de un botón, nos inquieta y nos molesta por un momento. Tonterías así nos hacen perder fuerza y nos agotan, impiden que nosotros hagamos, dentro de sí mismos, lo que el Gran Arquitecto del Universo hizo allá arriba, en los espacios estrellados.
Pero aquellos que se olvidan de sí mismos, cuando intentan usar tales técnicas, no tienen capacidad para hacerlo porque dependen del mundo sensorial externo, están embotellados en el dogma tridimensional de Euclides, están identificados con tantas e infinitas tonterías que existen en este mundo. Entonces, al no tener capacidad para recordarse a sí mismos, menos podrían poner en actividad las potencias mágicas de la física nuclear en nosotros. Por tal motivo fracasan.
Así que, esta noche, al hablar de la íntima recordación de sí mismos, insisto una y otra vez en la necesidad de un sello hermético, de un sello mágico. Todas las mañanas, al levantarnos, debemos tomar una sola resolución: Recordarnos a sí mismos durante todo el día, no olvidarnos ni un solo momento de sí mismos. Esto se llama “sellarse herméticamente”. Si uno no procede así, si no se sabe sellar, es un juguete indefenso, vulnerable en un ciento por ciento, una máquina, un autómata que todo el mundo maneja.
Ahonden ustedes en estos conceptos, mis queridos hermanos; necesitamos que ustedes den forma a una individualidad real. Todavía ustedes no han creado una individualidad; es necesario crearla. Para eso se necesita el sello hermético y mágico, diario, constante. Y si trabajan en la “fragua encendida de Vulcano”, deben saber que los Cuerpos Existenciales Superiores del Ser exigen el sello hermético, no olvidarse de sí mismo, porque si ustedes pierden sus energías, ¿con qué van a fabricar los Cuerpos, cómo harían?
Esto no significa que ustedes no deban actuar; claro está que sí. “Sellarse” es aprender a sacar buen partido de las peores dificultades. En verdad que los más graves inconvenientes de la vida resultan un “gimnasio” maravilloso para el auto-conocimiento, pero hay que saberlo aprovechar. Hasta aquí mis palabras de esta noche. Si algún hermano tiene algo que preguntar, bien puede hacerlo con la más entera libertad.
P. Venerable Maestro. En una pasada plática usted nos decía, en una respuesta a cierta pregunta, que el Recuerdo de Sí tenía que ver con el Centro emocional Superior. ¿Podría explicarnos, más a fondo, la actitud a seguir para ponernos en contacto con el Centro Emocional Superior y estar en el Recuerdo de Sí? R. El Recuerdo de Sí, si bien es cierto que está especialmente relacionado con el Centro Emocional Superior, está también relacionado con todos los demás centros de la máquina orgánica, porque si uno se olvida de cualquiera de los cinco centros, comete errores.
Sí, uno se olvida de sí mismo cuando se identifica con algo o alguien. Cuando uno no se identifica con nada, no se olvida de sí mismo, está sellado herméticamente. Así pues, si bien es cierto que el Centro Emocional Superior es básico para la íntima recordación de sí mismo, no quiere decir que los demás centros deban ser subestimados en la vigilancia.
¿Qué es lo que se necesita, especialmente, para no olvidarse de sí mismo? No identificarse con nada. Si tú no te identificas con algo o alguien, obviamente tu Centro Emocional estará en plena vigilancia y me refiero al Emocional Superior, como centro principal. Más, en realidad, todos los otros centros de la máquina estarán también super-vigilados. ¡Ay de aquél que se olvida de sí mismo, porque ese cae en la inconsciencia más torpe!

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